A las nueve de la mañana, mientras desayunábamos frente a la ventana, hablábamos de que sería una buena cosa tener una charca en frente de casa. A mediodía se lo comentamos a Afonso; a la hora de comer Afonso se lo comentó a unos conocidos; a las cuatro, y mientras comíamos frente a la misma ventana, vimos pasar por la carretera una pala excavadora amarilla...; a las cinco ya estaba terminada la charca.
A las seis de la mañana nos despertó el ruido de la lluvia. Jarreaba y se estaba inundando la parte de detrás de casa.
A las nueve de la mañana Cris y yo terminamos un canalillo que conectaba la parte inundada y la charca, para vaciar una y ayudar a llenar la otra.
No paró de llover en todo el día. A las siete de la tarde ya estaba llena.
Así quedó al día siguiente de haberlo imaginado!